Los huachicoleros, esas entidades mágicas que saben ordeñar tubos metálicos y no vacas, becerros, burras o incluso almendras, están pasando el umbral de la vergüenza que provoca dedicarse a actividades ilícitas.
Estos nuevos enemigos públicos de la justicia mexicana, pero amigos de los conductores de carretera cuando Pemex abandona un pueblito a medio cerro, están comenzando a abrir puestos de gasolina con los logos de la petrolera mexicana, en los que ya no importa la decencia o la mea culpa.
Claro, no es una gasolinera con sus bombas automáticas que van mostrando cómo con cada mililitro están ordeñando tu cartera como si fuera una almendra salvaje, o una vaca pegada toda su juventud a tubos que le succionan la vida.
Es, simplemente, un local como cualquier otro de huachicoleo, con los contenedores de líquidos mostrando el delito flagrante amarillento. Eso sí, los logos están bien posicionados, dejando claro que el producto es piratería de calidad (o al menos eso espera quien la compra).
Tal parece, esta es solo una concesionaria más de Pemex, que está identificada como “Venta de Gasolina Pérez” y, de lo poco que sabemos, es que está en Santa Ana Ahuehuepan, en el municipio de Tula de Allende, Hidalgo, y que, presuntamente, pertenece a la familia Pérez.
Esta comunidad está al lado del lago y presa Edhó, que evidentemente no concentra mucha actividad económica, pero sí tiene la carretera metida en sus entrañas, por donde pasan miles de viajeros con sus mulas metálicas sedientas de combustible, aunque la solución sea esta ilegalidad consecionada.
El huachicoleo es, actualmente, uno de los delitos que más preocupan a las autoridades mexicanas. En total, se han localizado hasta 3 mil 691 tomas clandestinas a lo largo del primer trimestre del año, y en la CDMX, donde pareciera nimio este delito, el número de tomas incrementó en 916% en lo que llevamos del 2018.
Las autoridades mexicanas creen que la creciente crisis huachicolera se debe al combate al delito… porque hacer tu trabajo solo significa tener más trabajo (así funciona la abundancia, ¿no?). Sin embargo, existe un complejo sistema de corrupción, que se ha nutrido de la apertura de los precios de las gasolinas, en el que cada franquicia comercia su gasolina, y donde los huachicoleros, que consiguen el combustible solo a riesgo de ser detenidos, tienen una ventaja.