Bill Cosby, el depredador sexual más querido hasta hace unos años, por fin fue sentenciado a prisión después de un laaaaaargo juicio que se prolongó pero que ahora es evidente que nunca, nunca nunca nunca, tuvo oportunidad de ser declarado inocente.
El juicio sobre Cosby terminó con lo esperado: siendo él declarado culpable por el abuso de manera sistemática de varias mujeres, derivado de una acusación que se le hizo en 2004, al que se le sumaron más de 60 denuncias por el mismo momo de abuso.
Por lo mismo, todas las acusaciones que se le hicieron tuvieron que se resueltas y la determinación de la corte encargada fue de darle una condena de tres a 10 años prisión, además de declararlo un “depredador sexual violento”, lo cual lo etiqueta de por vida como la horrenda persona que es.
Es como cuando todos te conocen por ser el malacopa de tus amigos y todos se la piensan dos veces antes de invitarte a las pachangas; lo mismo pero con Cosby porque utilizó sedantes y somníferos para violar mujeres (aquí es donde tú ya no suenas como un monstruo que se pone a llorar cuando toma mucho).
Obviamente sus abogados quisieron hacerle más suave su condena, y les dicen “‘iren, es de que el señor ya está bien betabel y si lo metemos a una cárcel va a colgar los tenis antes de pagar lo que hizo”.
A lo que el jurado encargado del caso respondió: “naranjas dulces. Este carnal todavía puede cantar las rancheras y si lo dejamos pastar en este rancho muchas mujeres siguen corriendo riesgos”.
O algo así. El equipo de traducción de Erizos, conformado por ericitos de importación, trató de hacer lo más preciso posible esta traducción, porque imaginamos que los juicios en Estados Unidos son así, porque de lo contrario no imaginamos por qué Bill Cosby se rió cuando le leyeron su sentencia.