El sismo del 19S nos recordó que la ciudad guarda heridas que aún duelen. Dolieron hace 36 años y dolieron hace un año. Aún falta mucho qué hacer, pero recordemos a los héroes que hace un años nos dieron esperanza y vida entre tanta muerte y dolor.
Los Perritos
Frida fue la más celebrada por todos. Incluso en Japón le hicieron honores y la llamaron “Marina-chan”, porque eso decÃa su chalequito de heroÃna. Pero también hubo otros perritosbebé que salvaron gente y muchas familias.
Frida
Marina-chan, la verdadera dueña de nuestros sueños y nuestras esperanzas. Es el sÃmbolo de la paz y el futuro. Cuando seamos grandes queremos ser como ella.
Evil
Este muchacho de malvado solo tiene el nombre, su carita alegre salvó vidas y le recordamos por eso y le saludamos con honores.
Ecko
Su cara de seriedad y angustia no fue impedimento para que lograra hacer su trabajo. Es otro héroe enmascarado.
Titán
Este perrito salvó a todos con una sonrisa en el rostro. Ese escudo contra la desgracias logró que muchos no perdiéramos la fe en momentos crÃticos.
Kublay
Su nombres es casi tan raro como su trabajo. Aunque casi nunca los necesitamos, hicieron todo el trabajo cuando hizo falta.
Nala
Como Marina-chan, su pelaje dorado se manchó y se ensució de polvo sin importas el momento. Lo importante siempre fueron todas las vidas por salvar.
Los Rescatistas
Fue exagerado el apoyo que llegó a México de todo el mundo. Los rescatistas de Japón, Chile, China, Israel y más partes del mundo hicieron trabajos inimaginables para que pudiéramos hacer frente al desastre.
Por supuesto, el apoyo no se limitó solo a eso. Tuvimos ayuda de sobre en lo inmediato. No podemos más que solo agradecer todo lo que hizo por México desde cada rincón del mundo.
Y no solo eso. Todos los cuerpos de rescate mexicanos que estuvieron ahÃ, también hicieron todo el trabajo necesario para que todo el terror fuera menor.
Gracias, Japón.
Gracias, Topos.
Gracias, Panamá.
Gracias, Colombia.
Gracias a todos.
La Gente
Pero antes que nadie: tú fuiste héroe. Tú, tus vecinos, tus amigos, la chica de la oficina que no le habla a nadie. Todos.
Las calles se llenaron de gente que no necesitaban conocerse para hacer algo por otro. El desastre fue gigantesco y la reacción aún más grande.
Los puños en alto y las camisas desabotonadas, aún con la salsa de la quesadilla de la mañana encima, o los peinados con polvo y spray, fueron protagonistas.
La ciudad fue nuestra otra vez. La ciudad que el sismo intentó arrebatar no se dejó vencer.
Con cubrebocas que un tendero de farmacia trajo y cubetas que guardaban agua de una regadera en una vecindad cercana, o que tenÃan los albañiles en una obra que también cayó, los capitalinos recordaron que todos los caminos llevan al viejo Tenochtitlán.
No hubo distinciones. Si podÃas ayudar, lo harÃas. Si no, verÃas cómo ayudar. Llevando medicinas, llevando cubrerbocas o preparando sándwiches para los que llevaban horas lastimando sus manos con cascajo que de repente aventaba un peluche, un marco de foto o un sartén doblado.
Todos fuimos héroes por un dÃa.