Décadas de prejuicios contra el reggaetón acabaron en tan solo una semana: el movimiento de protesta en contra de Ricky Roselló, gobernador de Puerto Rico, consiguió su destitución y todo de la mano de Residente y Bad Bunny, dos reggaetoneros.
Esto fue motivo de euforia y júbilo para muchos puertorriqueños, pero también para reggaetoneros, fans de Bad Bunny y hasta aquellos que querían ver en este hecho, una prueba de que este género está para liderar los grandes cambios sociales modernos.
Bad Bunny, nuestro comandante.
Esto, por supuesto, despertó la venita clasista y las críticas de los fans del rock, un género tan antiguo como la Reina Isabel, pero tan caduco como toda monarquía en este planeta. Vean solo estos ejemplos:
Oye, tranquilo, viejo.
El mame está chido y es seguro que hacer enojar a los Viejos Roqueros™ es divertido, pero ¿realmente el reggaetón derrocó un gobierno? ¿Realmente Bad Bunny es el nuevo líder revolucionario que necesita el mundo?
Una cosa es cierta: de no haber estado tanto Bad Bunny como Residente, Ozuna, Luis Fonsi, Ricky Martin, iLe y demás celebridades puertorriqueñas, ese movimiento no habría tenido ni el impacto, ni la eficacia que finalmente tuvo.
Y no, esto no tiene que ver precisamente con el reggaetón. Tiene que ver con las personalidades que encabezaron el movimiento, su capacidad de convocatoria y el sentido de identidad que existe en torno a ellos con la gente de Puerto Rico.
Sin embargo, el reggaetón no solamente ha convocado gente alrededor de una casa de gobierno para expulsar a su gobernante. También ha sido participe de la vida cotidiana de Latinoamérica desde hace más de diez años.
A través de esta música y de sus exponentes, desde los más populares, hasta los que cantan en bares en Neza, Borinquén o Barranquilla, se han puesto discusiones importantes sobre la mesa, para las generaciones actuales… tal como lo hizo el rock en su momento… o el blues antes de este, o el ragtime todavía antes.
Así mismo, el reggaetón ha querido ser cancelado y prohibido como estas otras expresiones musicales. Actualmente, existen intentos y propuestas de leyes para prohibir su reproducción, como en su momento se prohibió el rock n’ roll en Santa Cruz, al mismo tiempo que Elvis Presley era censurado en sus conciertos. (vía: History)
La música, como forma artística, siempre ha sido compañía de grandes cambios culturales, sociales y políticos. Para Jacques Attali, según su ensayo Ruidos, un cambio en la música y en la forma en que se consume siempre conduce a un cambio social, político y cultural.
El rock, por un lado, fue parte del movimiento contracultural del Siglo XX y de las movilizaciones juveniles de mitad de siglo; así mismo, el ska fue parte de las protestas y del proceso independentista de Jamaica; el blues y el jazz fueron resistencia frente a las políticas racistas en Estados Unidos; y, ahora, es el turno del reggaetón y las nuevas generaciones.
La música le pertenece a quienes la escuchan y esta generación ha hecho del reggaetón algo suyo. No es una coincidencia que esté en las principales listas de éxitos de todos los países.
Es, al mismo tiempo, una expresión latina dominando el mundo, como una demostración de que existe una generación identificada con letras banales, sucias y poco atractivas para los viejos, como le pasó a todo género que se ha abierto un espacio en la historia musical.
Por otro lado, ni la música, ni el cine, ni ninguna expresión artística son suficientes para cambiar el mundo. Eso le compete a las personas, que en este caso, escuchando reggaetón, sacaron a Ricardo Rosselló del gobierno puertorriqueño.