Hace unos días tuvo su estreno el video de “Te coloniso”, el nuevo trap viral que nos presenta la travesía de Cristobal Colón por el océano Atlántico para descubrir una nuevo continente. Es genial, aprendes historia y bailas perreo. No hay manera de que alguien salga ofendido.
La canción está bastante pegajosa y por si no lo has hecho, vale la pena que le eches un vistazo.
Así como muchos, yo me fui con la finta y pensé que los mismos genios que hicieron el video de “Velaske, yo soi guapa?” eran los responsables de esta nueva entrega. Digo, es el mismo estilo musical, es la misma presentación visual y todo bien guay pero la mera verdad es que NOOOOOOOOOOOOO.
A través de Twitter, un tal Christian Flores armó un mitote acusando a PlayGround (medio de comunicación que se especializa en contenido audiovisual) de copiar y prácticamente adueñarse de su concepto: el reggaeton histórico. No, en serio, ya tenemos un subgénero de ese nombre.
Al parecer, el señor Flores tenía una relación de trabajo con PlayGround pero luego de hacer el video de “Velaske” -por las razones que tuviera- se salió de ahí y sanseacabó… aparentemente.
Bueno, el video de “Velaske” hoy tiene más de 6 millones de reproducciones y ningún medio del planeta se iba a quedar con los brazos cruzados a decir, venga tío, vaya que le dimos al clavo con aquel video pero no hay que hacer nada similar en el futuro por respeto al creador de la idea original. ¡JA!
¿Entonces qué pasa? PlayGround comisiona a otros artistas a hacer un video similar, mismo esquema, mismo estilo, mismo todo, y ahí tienes a Cristobal Colón cantando “¿no eres un blanquito? te coloniso.” Pum. Otro éxito viral.
Y como era de esperarse, al ser Zuckerbergueado*, el creador no tiene nada que hacer más que sentirse impotente mientras una empresa se apropia de una creación suya.
El señor Flores tiene su propio canal de YouTube y edita sus propios videos por la vía independiente, aunque claro, sin el presupuesto correspondiente de un medio de alcance global. El tipo no puede interponer una demanda probablemente por políticas de la empresa a las cuales estuvo de acuerdo al momento de firmar un contrato.
Y pues… ¿qué gana uno con atacarlos por un pedo de ética? El día en que una empresa ponga ética antes que ganancias será el día en que Cristo regrese a la tierra y salve a todos los pecadores.
Para cerrar el tema. pic.twitter.com/t5lBl9X5Xv
— Christian Flores (@Chraetian) March 20, 2018
Este caso es una anomalía en el largo registro de pleitos por plagio en la industria musical. No es raro leer notas sobre un artista que demanda a otro por plagio, ya sea por una melodía, por un sample, o incluso por el concepto de un video.
Demandar a alguien por plagio en la música es muy complicado. A causa del número limitado de combinaciones que uno puede componer con cinco cuerdas, un artista puede estar plagiando a otro sin estar consciente de ello. Claro, hay muchas ocasiones en las que alguien roba con toda la intensión (véase*coff*Coldplay*coff), pero también sobran los ejemplos en los que no hay malicia en las similitudes.
Y vale, si demandar a un artista por plagio es un dolor de cabeza, por lo menos el pleito es con un individuo. Cuando intentas demandar a una empresa en materia de propiedad intelectual, uff, en la que te estás metiendo.
Sin embargo, el caso de Christian Flores es una muestra del camino al cual nos hemos sometido como sociedad. Ante la imposibilidad de ganarse la vida como artista en la era digital, un músico (en este caso) no tiene de otra más que invertir su energía creativa bajo el manto de una empresa, todo sea por un sueldo estable.
El músico entiende que todas sus composiciones pasarán a ser propiedad de la empresa (ya no una disquera sino un medio de comunicación o una agencia de publicidad o una empresa genérica internacional) pero es eso o morirse de hambre o trabajar como, no sé, contador o agente de ventas (¡nada de malo en ello!)
Dicho sea todo eso, en el mundo de la música pop no tiene mucho caso defender una idea como si fuera de tu uso exclusivo. Si a otro artista se le ocurre hacer un reggaeton histórico con La ronda de noche de Rembrandt o La escuela de Atenas de Rafael, pues qué más da. Que le de con todo.
¿Te imaginas si los derechos de autor solo permitieran que “el creador del rock n’ roll” pudiera grabar discos de rock y nadie más? Digo, está chido que alguien esté haciendo algo revolucionario (parafraseando a “Velazque”) pero es que todo lo revolucionario se comparte, de lo contrario… pues no hay revolución.
P.D.: Zuckerbergueado: Cuando alguien te echa de su proyecto, te roba tu idea y se vuelve multimillonario con ella.