Belinda fue una de las principales promotoras de la campaña de Andrés Manuel López Obrador, que ahora es prejidente. Y aunque hizo un gran show en el Estadio Azteca y después lo acompañó en el zócalo, ahora todo se está complicando.
Al principio pensamos que podrÃa entrarle a la polÃtica y hacer una nueva carrera de la mano de Morena para la conservación del sapito a lo largo de todo el paÃs, pero después el mundo nos dio una cachetada y le soltó encima la ley electoral.
¿Por qué? Pues porque Belinda no es mexicana, o bueno, sÃ. Bueno, bueno, lo es pero nada más un poquito. O sea, casi sÃ, pero no. Tiene CURP, pero no tiene acta de nacimiento que la acredite como mexicana.
¿Que cómo es eso posible? Pues el Estado Mexicano le da la Clave Única de Registro Poblacional a los extranjeros con residencia permanente en el paÃs (o sea que pues ya viven aquà y que lo harán para siempre), pero eso no significa nacionalidad y Beli jamás hizo proceso para ello.
La bronca es que los extranjeros no pueden meterse en los proceso polÃticos del paÃs por ningún motivo, como se establece en el ArtÃculo 33 de nuestra Constitución que es tan extraña como romántica y divertida.
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Entonces, al haber cometido un delito electoral, que se sanciona a nivel federal y que está estipulado como una consideración estricta dentro de la constitución, Belinda tendrÃa que ser sancionada con la deportación (chan, chan, CHAAAAAAAN).
Y tendrÃa que irse a su paÃs o a donde sea que quiera estar.
Realmente es difÃcil creer que se le deportará por la influencia que tiene dentro de la vida mexicana. Sobre todo, porque no es un delito grave y no tiene implicaciones reales que pongan en riesgo la soberanÃa nacional, que es para lo que se creó ese artÃculo, pero el miedo a quedarnos sin sapito nadie nos lo quita.