Antes de que Yalitza Aparicio conquistara las pantallas y las portadas del mundo, la actriz Elpidia Carillo vivió una historia similar. Salió de la sierra michoacana para triunfar en Hollywood…pero desafortunadamente México no estaba preparado para su éxito y decidió ignorarla.
A diferencia de Yalitza, que vivía una vida tranquila en Tlaxiaco, Elpidia luchó contra la violencia y la pobreza extrema, después de los asesinatos a tiros de su padre y su hermano en Parácuaro, un municipio de serrano de los lagos de Michoacán.
Mientras que Yali dedicaba su vida a enseñar a niños en escuelas sin materiales, Elpidia huía cada día del hambre, hasta que fue descubierta por el fotógrafo Pedro Meyer, quién le pidió ser su modelo para un proyecto.
Gracias a estas fotos, Elpidia logró ser contratada como actriz y hacer varios papeles, sin haber estudiado nada de actuación. Trabajó junto a Gabriel Retes, Rafael Corkidi y un buen número de creadores mexicanos hasta que la suerte la llevó a Estados Unidos.
Allá logró zafarse de los personajes sexualizados y folklorizados para participar en películas con grandes actores como Jack Nicholson y directores como Tony Richardson, pero el estigma de ser latina seguía impidiéndole el trabajo, porque claro que un latino tiene que saber correr y hablar mal inglés (pregúntenle a Peña BB).
Uno de sus mayores aciertos fue participar en la saga de Depredador y el papel con el que logró llegar más lejos.
Así se convirtió en la única mujer actuando dentro de la película y también en la única mujer en todo el equipo de trabajo para esa película, porque la brecha de género es un mito, ¿no?
La saga fue un hitazo en Hollywood y el mundo, haciendo de Elpidia una cara conocida que en ese momento todos querían tener. Su carrera estaba sustentada por grandes actuaciones, en grandes proyectos que llenó con su capacidad de actuación.
Pero el tío Hollywood le contestó de la forma que intuíamos que haría: a partir de ese momento, todos los papeles que hizo en ese país y en esa industria se limitaron a mujeres latinas y al estereotipo que tiene Estados Unidos de nosotros, los de piel tostadita como bolillo.
Después de eso, Elpidia juró no volver a participar en ninguna película como Depredador, promesa que ha cumplido ahora que está alejada del cine y se dedica más a la protesta desde la sociedad civil, como por los crímenes contra los 43 estudiantes de Ayotzinapa y para impulsar la educación de jóvenes latinos.
Antes de que Yalitza conquistara al mundo, incluidos a quienes siempre la ignorarían, Elpidia Carrillo fue la muestra de que una persona como Yalitza Aparicio podría llegar a existir y estar bajo los reflectores, por suerte, así fue (aunque no le guste a Sergio Goyri).
El ejemplo de la michoacana es también una llamada de atención al mundo para que Yalitza no enfrente el mismo destino, que aunque ha hecho feliz a Elpidia, sabemos que pudo haber sido mucho mejor, con una carrera sin trabas por el racismo y la xenofobia.