Escenas emblemáticas de Breaking Bad hay muchas, pero si decimos las palabras “pizza” y “Walter White” solo hay una escena que viene a la mente.
A los que no son fans o son de mala memoria, ahí les va un poco de ayuda:
Muy chistoso, ¿no?
Pes bien, ocurre un problema. La casa de Walt no es parte de un set de Hollywood sino una propiedad que sí existe en el mundo real, en una calle de Albuquerque, Nuevo México, para ser más preciso.
Desde hace años la casa ha sido algo así como una atracción turística. Los fans más inofensivos le echan un vistazo y le toman fotos (sigue siendo creepy) pero luego se asoma el gandalla que se le ocurre arrojar una pizza al techo, imitando al buen Heisenberg.
Pero no es original, ni es cómico ¿por qué? Porque hay gente que vive ahí.
A pesar de que han transcurrido cuatro años desde que la serie llegó a su fin, la familia Quintana cuenta que cada semana ven cerca de cien personas afuera de su propiedad. Algunos se roban piedras como recuerdos, otros les dicen a los dueños que despejen sus vehículos de la cochera para tener una mejor foto.
Y otros arrojan pizzas.
Pues bien, los Quintana llegaron a su punto de quiebre y mandaron a levantar una barda alrededor de su propiedad. Resignándose a quedarse encerrados en su propia casa, la familia prefiere recuperar su privacidad.
El colmo de todo esto, claro, es la gente que se brinca las construcciones o que vandaliza el departamento de Jesse Pinkman.
