SHYMATAZZ: 9 o 10 señales de que ya estás muy viejo para festivales de música

Hoy, en nuestra recurrente sección de Shymatazz, vamos a echarle un vistazo a los festivales de música. No debe ser un misterio que los festivales -a diferencia de los conciertos-...

Hoy, en nuestra recurrente sección de Shymatazz, vamos a echarle un vistazo a los festivales de música.

No debe ser un misterio que los festivales -a diferencia de los conciertos- son dominio exclusivo de los jóvenes. Ellos son los que se arman de valor y se lanzan corriendo desde la primera banda a mediodía hasta el último encore del headliner, le siguen todavía al after y conservan suficiente energía para repetir la rutina al día siguiente.

Sin embargo, aquellos que vivieron todo eso y se jactaban de su tolerancia para tanta tortura física y psicológica, tarde o temprano les cae el veinte de que su cascarón humano ya no puede soportarlo. Se acabó. Cruzaste el umbral de la juventud y ahora debes pasar la batuta a la siguiente generación de fans.

Aprovechando que estamos bien entrados en temporada de festivales, en seguida te presento una lista de 10 señales de que ya estás muy viejo (y amargado) para que te des cuenta, amiga. O amigo.

1. Te duelen partes del cuerpo que nunca te habían dolido antes (y ni siquiera te metiste a un slam)

Digamos que tienes 35 años, lo que quiere decir que ya no solo te duele la espalda baja, las rodillas o los tobillos. Ahora son todas las partes ya mencionadas MÁS el cuello, la cadera, los brazos, la quijada, los ojos, la próstata… incluso no solo te quejas del típico dolor de rodillas después de un par de horas de pie, también sientes una sensación de enfriamiento en las articulaciones que te hace decir, Mmmm, eso no es normal.

Pero ahí vas, crees que puedes llegar a mediodía y terminar a medianoche, como si tu cuerpo tuviera 25 años, aquella época en la que NO te creías invencible, pero sí creías que las consultas con el médico pertenecían a un concepto de racionamiento que aún no ha tenido acceso a tu cerebro. Hoy eres tan susceptible que ya para colmo te aqueja el dolor de espalda de la persona parada en frente de ti.

2. ¿Segundo día? Ya no quieres ir al segundo día

La idea de despertar, vestirte y hacer todo lo necesario para salir de vuelta al mismo lugar donde casi mueres de inanición y/o agotamiento y/o insolación ya es deprimente en sí misma. Pero todavía tienes un boleto en tu poder, un boleto que te costó mucho dinero y que chance y podrías vender al mismo precio.

Así que haces un esfuerzo sobrehumano por salir de la cama, ingresas a tus cuentas de redes sociales y publicas un anuncio de reventa. Pasan los minutos, pasan las horas y nadie acepta tu oferta. Bajas el precio y transcurre más tiempo y nadie. Te das cuenta de que tu única opción es rematarlo con los revendedores de “¿te sobran o te faltan?” que están afuera del foro. Pero entonces ¡mira mira! Ya estás en el foro, no es mala hora y pues mejor te quedas a ver qué hay en el segundo día. Repetir queja 1.

3. Ya solo ubicas a los headliners

¿Sonic Youth? ¿Nine Inch Nails? ¿Hullabalooza?

No hay mejor muestra de que uno ya cruzó cierto umbral como cuando miras el cartel y ya no reconoces a ningún grupo aparte de los que están en los primeros dos o tres renglones. Uno cree que nunca va a suceder porque te crees muy “melómano” y presumes que siempre vas a estar al tanto de las nuevas bandas y los nuevos sonidos… pero es imposible.

A menos de que te ganes la vida como locutor de radio o productor de música, después de unos años, la nueva generación de artistas te rebasa. Es normal y es inevitable. Pero bueno, todavía ubicas a los headliners porque son los que tienen más tiempo de trayectoria y vas a comprar tu boleto solo por esos weyes. Cualquier adulto con dignidad diría, pues llego a las 8 de la noche, cuando empiecen las bandas que conozco, pero tú que eres un terco piensas, mejor voy a aprovechar el evento para conocer lo que hay de nuevo, y ahí vas otra vez…

4. Comparas a las bandas que no conoces con las de tu época

Son las 3 de la tarde, tú chavorruco demente, con el sol a todo lo que da. Bueno. Vas a conocer bandas. Qué emoción. Escuchas la primera banda. Mmmm… esto suena a una mezcla de Portishead pero réstale todo el mood melancólico del trip-hop. Vas con la segunda banda. Mmmm… esto suena a Nirvana pero sin el carisma de Kurt Cobain y con un bataco que no prende. Vas con la tercera banda. Mmmm… esto suena a Mazzy Star pero aquella sombra bajo el árbol se ve muy cómoda para echarme a dormir.

Y eso. La tendencia natural es la de quejarse y comparar a las nuevas bandas que no conoces con los sonidos que te remiten a tu época. Pero la realidad es que cada generación tiene sus propias bandas y qué más da si los nuevos artistas copian la fórmula de los Beatles al pie de la letra. Casi nadie entre la chaviza es un historiador de cultura pop. Los millennials no van a escuchar la música de la generación X, así como la generación X no escuchaba la música de los baby boomers.

Todo lo viejo es nuevo otra vez y a nadie le importa. No existe tal cosa como la originalidad y eso se sabe desde la Biblia.

5. Te quejas del público asistente, bola de posers ingratos

Pues si te quejas de las bandas nuevas, obvio te vas a quejar de la gente que escucha a estas bandas nuevas, ignorantes con poder adquisitivo. ¿Bahidorá? Putrifresas hipsters hedonistas. ¿EDC? Papaloys con futuro mediocre. ¿Nrmal? Modernillos incapaces de comprender lo que escuchan. ¿Vive Latino? No. Todos sabemos que el VL se mantiene detenido en el tiempo, en 1999 para ser más preciso.

Obvio, ninguna de estas calumnias son mías (salvo la del EDC y la del Vive… y la del Bahidorá, un poco), pero son las opiniones generales del estereotipo que se ha ganado un festival en particular. Solo basta que mires a su respectiva audiencia, y luego vuelve a escuchar la música que ofrece un festival, y luego vuelve a mirar a su audiencia, y claro, tiene todo el sentido del mundo. Si ya no te ubicas como el target de la experiencia que un festival quiere vender, entonces probablemente sea porque ya estás fuera del demográfico deseado.

6. Te sientes fuera de lugar entre tanto morrito diez años menor que tú. Ok, QUINCE años menor que tú.

Hasta te dan ganas de quitarles el cigarro de sus bocas y regañarlos. Así de ¡Oye! Yo conozco a tu padre. Fuimos a la guerra juntos. ¿Qué pensaría de ti si te viera con ese vapeador entre tus labios?

Ok no, yo nunca haría eso. ¿Dije quince años? Quise decir diecisiete.

7. Te duele gastarte 100-150 pesos en una cerveza. ¡Una!

Bueno, aquí hay dos vertientes. En primer lugar, si eras de los morritos que a huevo se tenían que comprar aunque sea una chela en un festival, cuando ya tienes arriba de los treinta es posible que ya cuentes con más dinero en la cartera. Entonces es casi seguro que siempre vas a tener una cerveza en la mano a toda hora y no es sorpresa que termines gastando arriba de mil varos solo en esto. Rebajadas, aguadas, lo que sea, eres un alcohólico y no puedes evitarlo. Porque vamos, si tienes sed, no es como si no vendieran aguan o refresco.

Y la otra, está la gente que no se compra absolutamente nada porque 110 pesos por una chela doble es un ¡ROBO! No hay otra forma de decirlo. No es que seas un marro, es que no te gusta que te roben. ¿Por qué? Porque para ganarte esos 110 pesos tuviste que trabajar no sé cuánto tiempo en una chamba que probablemente no te encante, por lo que claro que te va a dar coraje si desperdicias las líneas de estrés rasgadas en tu frente en levadura de meados.

En lo relativo a alimentos y bebidas, un festival es el escenario perfecto para ejecutar un esquema de capitalismo salvaje. En muchas ocasiones, el único alivio para soportar el calor y el tedio de ver tres o cuatro bandas de relleno más los soundchecks correspondientes es una chela más o menos fría. Realmente te tienen entre la espada y la pared y pues no tienes de otra… más que agua. Un agua de 50 pesos–ok no, cheve es la única opción viable.

8. Te duele gastarte 100 pesos en tres tacos de dizque arrachera

Ver la queja anterior.

Súbete al coche, perdedor

9. Te quieres ir temprano para ganarle al embotellamiento del estacionamiento

Oigan, salir de un festival siempre es un desmadre. Estás agotado, estás de malas, gastaste dinero a lo bruto, y cuando tienes de 35 para arriba, esto se eleva a la tercera potencia. Y para colmo ahora tienes que lidiar con un caos vial equitativo a esas películas de desastre donde una ciudad está evacuando ante la llegada de un huracán o un ejército de zombies. Y si no tienes coche, pues la tarifa dinámica de tu servicio de taxi de confianza te da en la madre.

Si eras de los que no se marchaban sino hasta que terminaran de tocar todos los encores… pues eso se acabó.

10. Todos los amigos de tu edad están en otro lado. De hecho, ya ni son tus amigos.

No, ¿saben qué? Pues que se la pasen increíble en sus picnics y en sus bautizos y en sus viajes a Pungarabato. En lo personal, yo voy a seguir yendo a estas cosas hasta que me muera.

P.D.: ¿Y tú, qué opinas? ¿A qué edad te diste cuenta de que ya estabas muy viejo para aguantar un festival de principio a fin?