José José, el gran cantante mexicano, cantó El Triste en un concurso internacional. Esa interpretación será recordada por siempre, inmortalizando al llamado prÃncipe de la canción.
Una noche, hace 49 años, José José hizo llorar al mundo. Sonaban los primeros acordes que inmortalizaron al prÃncipe de la canción en el Teatro Ferrocarrilero:
“Qué triste fue decirnos adiós / cuando nos adorábamos más…â€.
El mundo conoció ahà al joven intérprete que cambiarÃa el panorama de la cultura popular mexicana.
El público que abarrotaba la sala estaba absorto. Nadie podÃa creer el talento de este joven desconocido que se habÃa registrado como José José en la hoja de entrada al Segundo Concurso Iberoamericano de la Canción (que luego se convertirÃa en el prestigioso premio OTI). Al terminar la última estrofa llueven flores sobre la solapa del joven cantante, todos se paran, llueven los aplausos.
El mundo lloraba ante la sincera y desgarradora interpretación de un conocido que se inmortalizaba frente a ellos.
José Rómulo Sosa Ortiz se hacÃa llamar dos veces José. Una por él, la otra, tal vez, por su padre. Un cantante de ópera, alcohólico y deprimido, que tenÃa que tocar el órgano de una iglesia local para sustentar a su familia.
José tiene recuerdos de jugar en el patio con su padre; tiene recuerdos de esa vieja casa familiar que son casi felices. También recuerda cuando el padre abandonó a doña Margarita Ortiz Pensado, su madre, cuando él era apenas adolescente. Pero lo que más recuerda es ver el cadáver de su padre, muerto a los 45 años, de complicaciones ligadas al abuso de alcohol.
A los 45 años José José estuvo también a punto de morirse. HabÃa pasado toda la década de los 90 viviendo al lÃmite, durmiendo en un coche entre concierto y concierto, levantándose con cocaÃna para permanecer en pie mientras cantaba entre luces demasiado cálidas y rostros difusos.
Dice que sus amigos lo salvaron cuando lo llevaron a una clÃnica en Estados Unidos en donde se dio cuenta, por fin, que estaba repitiendo la trágica historia de su padre. Otro músico famoso muerto de frustración, de etanol, de cansancio.
En su casa no se escuchaba música popular. Eran órdenes de Don José que, por su altivez musical, desdeñaba los géneros que no conformaban lo que él creÃa como una cultura superior. Pero el muy joven José José encontró maneras de darle la vuelta a las prohibiciones de su padre: él soñaba con otras melodÃas y, a los quince años, su acto de rebeldÃa fue unirse a un trÃo.
Siete años después, José José tenÃa fuego en las venas. Era el momento perfecto para que llegara una nueva canción a romper el desdén cultural al canto popular.
Era el momento perfecto para que naciera una leyenda vocal con los graves sostenidos más impresionantes en la historia musical mexicana.
Era el momento perfecto para la desgarradora composición de Roberto Cantoral (famoso padre de la actriz Itatà Cantoral) interpretada por José José, en ese Teatro Ferrocarrilero, una noche cálida de marzo en la Ciudad de México.
Durante la última estrofa de la canción ese joven desconocido sostuvo una nota imposible por treinta segundos. El público estaba desgarrado, pero José no ganó el concurso. De hecho, quedó en tercer lugar.
Nadie recuerda el nombre de la cantante brasileña que se llevó el primer premio. Pero, a partir de ese momento único, todos recordarÃan a José José, el del nombre doble, el de la desgracia paterna, el prÃncipe de la canción, la leyenda de un hijo de la música clásica que cantó una balada con la que conmovió al mundo.