Alejandra Ley reaccionó en redes sociales a la declaración del comunicador Mauricio Clark sobre que ya se había “curado” de su homosexualidad. El breve discurso de la actriz fue contundente, una chingonería, pues.
Como seguramente recordarán, el conductor de televisión Mauricio Clark declaró que ya se había rehabilitado de su adicción a las drogas. Todo chido hasta ahí.
La cosa fue que dijo que ya la homosexualidad formaba parte de su pasado, que ya se había curado y que se arrepentía de todas las “aberraciones” que había cometido. A partir de ahora buscaría a Dios, bla, bla, bla.
Miren, no es mi lugar explicar por qué están de la fregada los comentarios de Clark en varios niveles. Mejor, les dejo el video con las palabras de la ahora standupera, Alejandra Ley:
“Esta es una carta abierta para ti…”, comienza el mensaje de la Ley.
“Soy Alejandra Ley y me identifico como una mujer lesbiana; y debo decir que mi identidad de género y mi orientación sexual no me hacen sentir mal, no me enferman, son son una patología ni mucho menos me avergüenzan. […] todos los tipos de identidades y orientaciones sexuales no son enfermedades que se deban curar, ni están peleadas con la espiritualidad o con una acercamiento a cualquier religión, si es que así lo decide cada persona […]”.
Sobre la situación de Mauricio Clark, dice:
“Lamento mucho que tus decisiones personales te hayan llevado a lugares oscuros en tu vida, pero no culpes a la orientación sexual con la que te identificabas con las decisiones que tú tomaste […]”.
La también cantante le pidió:
“No nos quieras curar, porque no necesitamos cura, estamos sanos. […] creo prudente aclarar que decir que la homosexualidad es una enfermedad que se pueda curar o sanar es un discurso de odio que mata diariamente a muchas personas en nuestro país y alrededor del mundo. Incluso hay países como Reino Unidos que han prohibido las terapias de conversión por ser una forma de violencia y discriminación que atentan el pleno derecho de los ejercicios sexuales, y seguramente pronto lograremos que en México también se prohiban, ya que está comprobado que estas terapias terminan en una profunda depresión y suicidio”.