Un padre de familia contrató a “sicarios virtuales” para matar a los personajes de su hijo dentro de varios videojuegos para que este por fin se pusiera a trabajar. El hombre, conocido solo como el Señor Feng, vive con su hijo Xiao Feng en una provincia del centro de China.
Como es de entenderse, Feng se encontraba alarmado y harto de que el muchacho de 23 años se la pasara jugando videojuegos todo el día en vez de buscar trabajo o alguna actividad de provecho.
Cuando sus preocupaciones cayeron en oídos sordos, el señor optó por tomar medidas drásticas y contrató a jugadores experimentados para rastrear y matar a los avatares de su hijo en sus juegos favoritos, cada que el chamaco se metiera a jugar.
El hombre dijo al diario Sanging Daily que a partir de que su hijo empezó a jugar videojuegos, sus calificaciones bajaron drásticamente y que tampoco ha sido capaz de mantener ningún trabajo fijo a partir de entonces.
El chavo se dio cuenta del plan de su padre cuando, cansado de que el mismo tipo lo matara una y otra vez, preguntó cuál era el problema, a lo que sus asesinos respondieron revelando la identidad de su cliente.
Por desgracia para el preocupado padre, su plan no parece estar funcionado. Su hijo está en una etapa tan valemadrista en la que no le importa si lo dejan jugar o no. Es el máximo nini, “si no me dejan hacer nada, pues nada hago”.
“Puedo jugar o puedo no jugar, no me molesta. No estoy buscando ningún trabajo, quiero tomarme el tiempo para hallar uno que me siente bien”
Señor Feng, ¿quiere que su hijo se ponga a trabajar? Es fácil, no viva con él. Rente temporalmente un pequeño departamento para él con una sola habitación y un baño, quizá una cocina, pero no le llene el refrigerador, no pague su Internet, no le deje su consola y entréguele solo la ropa que le ha comprado hasta ahora. Verá como en menos de un mes, es más, en una semana, su chilpayate ya estará buscando trabajo.
Culpar a los videojuegos de la holgazanería de esta generación es tan torpe como el haber culpado a la música pesada por la violencia de las generaciones pasadas. La necesidad es la madre de la acción, no se necesita nada para hacerle sentir a un hijo que ese trabajo “es el indicado” mas que dejarle experimentar por sí mismo el hambre y que no alcanzará el oficio deseado hasta que haya pasado por una amplia gama de trabajos que le dejen otro tanto de experiencias.
Con información de: Washington Times