Hola, soy un hombre de 34 años de edad y voy a hacer un comentario sobre un éxito de pop entre niñas adolescentes.
Nada raro por aquí.
Nop.
…
El éxito de pop es este. “Mayores” de Becky G, fichurin reguetonero #49. Seguro lo has escuchado por ahí en los últimos meses:
Aquí un verso del coro:
A mí me gustan más grandes
Que no me quepa en la boca
Los besos que quiera darme
Y que me vuelva loca.
Wow. Directo a lo que va.
Y el video viral compartido en Facebook es este:
Así es, ahí tienes a docenas de chavitas de secundaria cantando que no quieren “un niño que no sepa nada” sino un “caballero, que sea interesante, que sea un buen amigo, pero más un buen amante.” Y rematan: “¿Qué importa unos años de más?”
Qué fuerte.
La viralidad, por supuesto, se debe a la ola de comentarios y opiniones de indignación por semejante falta de pulcritud.
Aquí una muestra:
Definitivamente el mundo ya se fue a la mierda… Ahí hay toda una futura generación de mamás luchonas… Extraño cuando ponían las canciones de Cepillín en las fiestas de la escuela y uno se emocionaba cantando.
Jajaja Pero ya cuando las fornica uno, sus padres demandan por estupro.
A nosotros nos gustan menores…que legalizen a las de 13….si hay pelito no hay delito.
Ay cabron! Esta canción como me ha traído suerte, desde que pego la rola parece que ayuda a disuadir y sujestionar a las pollitas y ahora ya me ven como un sugar daddy.
Jajaja y decir que cuando yo iba a la escuela, ponían canciones como
-mambo No. 5
-la lambada
-yeah de usher
-everybody de backstreet boys ??? buena música hahaa
Así es, las opiniones están repartidas entre condenas de “mamá luchonas” en potencia, los comentarios clasistas de siempre, burlas medio pedófilas y claro, aquellos que se santiguan mientras recuerdan con nostalgia las canciones tan inocentes de aquellos viejos tiempos.
¿Cómo ven?
Pero en serio, ¿realmente eran tan inocentes las canciones de aquellos viejos tiempos? Pues había una que otra voz de cordura entre los comentarios, como la del siguiente señor.
¿De qué se quejan? A mi generación le tocó “Mayor que yo” cuando estaba en la primaria y también la cantaban a todo pulmón.
Bien dicho, persona que no voy a identificar. Desde su creación hace más de medio siglo, el pop/rock ha indignado y espantado a padres de familia desde que Elvis Presley movía sus caderas en televisión y sus hijos lo imitaban. Vamos, no hay nada nuevo por aquí. Lo que es más, el reggaeton (y subgéneros similares) está saturado de canciones sexosas, por lo que Becky G no está inventando el hilo de tanga negra.
Por si había duda, a mí no me corresponde el sermón con fuerte carga moral. Al contrario, defiendo a las morritas del video y su derecho a escuchar lo que se les pega la gana, siempre y cuando cuenten con el permiso o supervisión de SUS PADRES.
Porque a eso vamos. A los medios de entretenimiento nos corresponde arrojar las cartas sobre la mesa. Ahí tienes el contenido educativo y cultural que nadie pela, ahí tienes el contenido noticioso que entra por un oído y sale por el otro, y ahí tienes el contenido chatarra y obsceno donde entra la música pop sexosa. Esas son las cartas. No hay otras. Por eso, a los padres y maestros les corresponde medir los beneficios y perjuicios de cada oferta antes de dejar que un menor de edad -con su experiencia de vida tan breve y su mente aún en desarrollo- tenga oportunidad de convertirse en consumidor.
Ahora bien, muchos dirán que no se trata sobre un tema de censura u obscenidad, sino los temas tabú que aborda la letra de la canción.
En primer lugar, la letra es el último elemento de una canción en el que se fija un radioescucha. Primero es el factor carita. En la adolescencia, la imagen tiene más peso que el sonido. Ahí tienes una estrella con carisma, atractivo físico y presencia de escenario. La agencia detrás del look de Becky G sabe lo que hace. Luego viene la música, o sea, beat y melodía. Principalmente beat. Esto es reguetón, después de todo y los productores detrás de Becky G también saben lo que hacen.
Y por último viene la letra. Esto no quiere decir que la letra no importe; al contrario, sí importa y mucho (jojo). Son como la salsa en los tacos. ¿Qué puede hacer uno con un taco de pastor sin salsa, aunque sea de la menos picosita (mmmm, tacos)? ¿Dónde queda el sabor ahí? Sin embargo, así como salsas hay muchas, la letra de “Mayores” bien pudo ser distinta y aún así hubiera sido un éxito (Vamos, seguro ya lo fue porque las pistas de reguetón no son muy distintas entre sí).
No me ando con rodeos. A los morritos les late la controversia, les late llevarle la contraria a sus padres, les urge hacer cosas de adultos y vamos, son adolescentes, a partir de esa edad no piensan en otra cosa más que sexo. Incluso en un mundo de censura y la imposición de las buenas costumbres, la chaviza siempre se las arregla para encontrar contenidos que, ahm, canalicen la explosión de hormonas. Ya con el paso del tiempo se les baja.
Pero Shy (escucho a lo lejos una voz católica) no es una canción sexosa cualquiera, es una rola cuya letra hace permisible el acoso sexual de menores y que no mide consecuencias como el embarazo adolescente.
Pues lo reitero. Como en la gran mayoría de canciones reguetoneras, la letra es tonta y pueril, y a los padres les corresponde enseñarles a sus hijos que es tonta y pueril, palabras que el compositor necesita para llenar el espacio entre un beat y otro. Solo basta con guiarlos un poco y ofrecerles otras opciones que también pueden ser de su agrado.
Las canciones de pop son fantasías y escapismo. Idealizan las relaciones sociales, particularmente las románticas, porque carecen del tiempo para ser más complejas. Está bien que los padres escuchen con preocupación lo que sus hijas consumen (cualquier padre pegaría el grito al cielo si escucha a su hija de 13 años decir “a mí me gustan mayores”) pero tampoco hay que comprarles cinturones de castidad. Para la gran mayoría de chavitos es pura fiesta y perreo–digo, cotorreo.
Becky G y sus fichurins de regguetoneros no son el Cristo de nadie.