¿Sabes? Nos encanta el Cine.
Todos hemos estado en uno y es muy probable que la mayoría disfrute pasar al menos dos horas en una sala oscura, comiendo palomitas y deleitándose con lo mejor (y lo peor) que el séptimo arte puede ofrecernos.
Eso es importante, no solo porque el cine es genial, sino porque probablemente no exista nadie en el mundo que no haya estado en uno alguna vez en su vida.
Levante la mano quien no haga ocultado chescos, papitas o incluso hamburguesas a medio comer en los bolsillos de sus pantalones o chamarra. ¿O quien no halla metido comida de contrabando en la bolsa de su acompañante?
Gritar a todo pulmón ¡Ya llegué! para enterar a todos en la sala que, efectivamente, ya llegaste.
Recordar con nostalgia que justo a la mitad de la película la proyección se detenía por el ahora inexistente intermedio. : ‘ (
Pasarle a tus camaradas el cacho de boleto que ya te habían roto para colarlos a la sala (Eso cuando las butacas aún no estaban numeradas).
Apartarle el asiento a tus amigos.
Extrañar cuando podías quedarte en la sala después de la primera función para ver la parte que te perdiste por haber llegado tarde, en lo que los mayores de 30 años conocieron como “permanencia voluntaria”.
Ir al cine SOLO para echar algunos de los fajes más épicos de tu vida romántica.
Patear la butaca del de adelante / que tu butaca sea pateada por algún gandúl que se haya sentado detrás de ti.
Pagar el precio de admisión solo para descubrir que la película que viste fue una bazofia.
Ir en bola con todos tus amigxs y lanzar palomitas a las pobres almas que solo quieren ver la película.
Llegar tarde, descubrir que la sala está llena y sentarte en el peor lugar de toda la sala.
Comprar una película pirata y descubrir que fue grabada en un cine cuando ves que alguien se para de su butaca a la mitad de la función.
Callar a alguien que, o ríe muy fuerte o presume que ya se sabe la trama o hace comentarios innecesarios sobre los actores o el argumento.
Pedir a cada rato información sobre los personajes o la trama de la película.
Cuando eras niño, correr de un extremo de la sala a otro por ninguna buena razón más allá de que ¡era divertidísimo!
Retacarte el estómago de todo lo que venden en la dulcería.
Aplaudirle a la película una vez que acabó. #tetísimo1000
Alumbrar a media sala cuando revisas tu teléfono y la pantalla está al máximo nivel de brillo.
O tener que aguantar a la señora que contesta una llamada a mitad de la película.
Ir al cine solo los miércoles porque hay 2×1 y la situación económica no da para más.
Salir de una sala cuando la película acaba y escabullirse a otra para ver una más.
Por último, y esta es para los chavorrucos: ¿chiflarle al cácaro cuando la proyección se atrasaba o presentaba algún problema?
Bonus: saber qué era un cácaro.
#orgasmocinematográfico