Cuando vamos de vacaciones a la playa, una de las mejores sensaciones es pisar la arena, a menos que seas Anakin Skywalker y la odies o esté ardiendo y te queme los pies.
Para muchos no basta meterse al agua, broncearse, hacer castillos de arena y dejar todo documentado en las redes sociales. Otros necesitan tener en sus casas u oficinas arena de ese lugar que les brindó tanta alegría.
En otras partes del mundo, la arena se ha vuelto en un producto cotizado al grado que crearse todo un mercado negro que ofrece desde vender 100 gramos de arena hasta proporcionar el material necesario para fabricar chips, computadoras y smartphones.
Los tiempos han cambiado y ahora el petróleo no es el bien más valuable del planeta, sino la arena. Según un informe del International Union of Geological Sciences, en 2013 se traficaron 3.400 millones de toneladas de petróleo… contra las 18.000 millones de toneladas de arena.
Este “polvo dorado” cambia en textura, color y fineza, uno no va a encontrar la misma arena en todas las playas. Ejemplo de ello se puede ver en México, donde no se compara la arena rasposa y oscura de las costas del Pacífico, a la fina arena blanca de las playas del Caribe mexicano.
En tiendas en línea como eBay o Aliexpress personas que se llevan arena de distintas partes, a través de sus viajes, logran pasar las prohibiciones en algunos aeropuertos y países para poder vender envases con arena.
Por 100 gramos de arena los vendedores en línea pueden ganar de $74 a $423 pesos mexicanos (€3.50 a €20 euros) aproximadamente, según platicó Joachim Pomy, de Alemania, en entrevista a Gizmodo; entre más rara es la playa o de donde se obtuvo, aumenta el precio de la arena. Por cada viaje en su maleta puede traer entre 25 a 32 kilogramos de arena.
En mi experiencia, el coleccionismo parece ser un instinto humano básico. La exposición de algunos contenedores con arena en su estantería simplemente les da satisfacción a mis compradores y por eso vuelven.
Algunos compran porque fueron de vacaciones allí, o si algún amigo es de ese lugar se la regalan. Otros sólo recogen de diferentes regiones por diversión. También me piden mucho la arena magnética como juguete (la he tenido en venta y era de un lugar de las Islas Canarias). También utilizo muestras de arena con mis socios comerciales de vez en cuando. Por ejemplo, regalo arena de Ghana a un organizador si sé que es de Ghana porque eso mejora su opinión sobre mí.
No en todos los lugares es permitido llevar arena, ni siquiera como recuerdo, e incluso se encuentra penado. Por ello algunos mejor prefieren recurrir a estos vendedores del mercado negro de arena. ¿Por qué existe tal prohibición?
A pesar que uno podría pensar que hay arena en todo el mundo, la verdad es que este es un recurso limitado. La arena en las playas surgió de un proceso de miles de años de erosión en las montañas. Poco a poco fueron bajando esos sedimentos de las cuencas hacia las costas, conforme llegan al mar se va formando la arena.
En 2016 se traficó sólo de las playas mexicanas 12.6 toneladas de arena. Si bien uno pensaría que un pequeño frasco de arena no causará daño, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (FROFEPA) ha detectado que en algunas playas las tortugas han dejado de desovar.
Al disminuir la cantidad de arena quedan piedras en la playa y aumenta la erosión de la zona, por lo que las olas entran más fuerte y poco a poco el mar se va comiendo los territorios. Además, como explicó Kim Detloff, de la Asociación alemana para la conservación de la biodiversidad y la naturaleza, en entrevista para El Universal: “Cualquier animal, aunque sea pequeño, que vive en la arena y que saquen utilizando esa técnica muere automáticamente”.
El problema no solo es la arena robada para los coleccionistas, sino el robo masivo que se genera en las playas para el desarrollo de las zonas hoteleras, edificios y tecnología. Una vez que se acaba la arena en una playa ya no hay forma de recuperar lo perdido, pues es recurso no renovable.
Es así que poco a poco no solo estamos acabando con las playas, sino incluso con la flora y fauna. Pero ya saben, algunos dirán “sólo son unos gramitos”.