¿Recuerdas esas imágenes que algunos tíos comparten en sus redes sociales como para demostrar que ellos ven algo que el resto de la humanidad no?
Sí, esas que parecen ser muy geniales pero que en realidad no desvelan nada que no sepamos: como que la guerra es mala o que la sociedad se encuentra en una espiral dirigida irremediablemente a la autodestrucción.
Pues Al Margen es un ilustrador muy talentoso que también se dio cuenta de “una gran verdad” al parecer oculta para el resto de los mortales, que revela a través de sus ilustraciones abstractas.
Algunas son tan sutiles que no podríamos entender de qué tratan. Como por ejemplo esta, que solo el ojo entrenado en arte y filosofía podría entender la compleja idea detrás de ella: las usuarias de redes sociales que mandan fotos con poca ropa son (espera esto, porque es una verdad muy difícil de afrontar) ¡vistas por miles de ojos!
#MindBlown
No ya, en serio. Este gran ilustrador (la verdad es muy bueno) usa su talento para decirnos lo mal encaminados que estamos como miembros de la sociedad actual.
Las redes sociales nos consumen, el hambre de likes nos mantiene en vela y la urbanización excesiva nos convierte en seres cada vez más obsoletos.
Tal vez esta conversación sobre lo decadente del postmodernismo y la forma episódica en la que vivimos valga la pena abundarse, porque tal vez detrás de toda esa comodidad, esos memes y el imparable avance de la tecnología se esconde un aspecto oscuro que nos acerca al fin de nuestros tiempos.
Sí, lo aceptamos, las ideas que muestra este ilustrador ya se han visto miles de veces en otros lados y son algo derrotistas, pero ¿por qué no echarles un ojo nuevamente para recordarnos hacia dónde nos dirigimos como especie?
La obsesión con la imagen perfecta y las redes sociales nos podrían estar consumiendo y tal vez no nos damos cuenta porque no nos dignamos a observar esta problemática con nuestros propios ojos.
No puede faltar el dude con el cigarro que con cada fumada se acerca más a su muerte.
O el concepto del niño que sufre cuando sus padres son tan egoístas que en lugar de escuchar (cosa que el niño sí hace) solo hablan de lo que ELLOS esperan de la vida, sin reparo de lo que necesiten los demás.
¿Somos máquinas diseñadas para consumir? No sabemos. Tal vez sí, pero ¿quién sabe?
La verdad está allá afuera…