¿Eres de esos que cree ciegamente en historias de fantasmas? Esta nota es para tu decepción…
Fantasmas, brujas, hombres lobo, Harry Potter, el chupacabras y el chiflón tienen algo en común: son producto de nuestra retorcida imaginación. Hasta ahora -y en verdad lo siento Maussan- no se ha comprobado la existencia de fantasmas o criaturas alienígenas que nos visitan de noche (ay wey).
Sin embargo, cuatro de cada diez changos que habitan este pobre planeta cree en la existencia de algún tipo de fenómeno paranormal. Por eso, con la clara intención de aplastarles sus protoplásmicos sueños, tomamos algunas explicaciones racionales de lo paranormal presentadas en la página Genial.guru -que es la referencia más científica a la que podemos llegar-.
Esperamos que con esto dejen de odiar al gato negro de la vecina y empiecen a soñar con horrores reales… como el metro Pantitlán a las seis de la tarde o que se te apague el boiler.
Casas con fantasmas
Los cuentos de casas con fantasmas son como las chanclas en un balneario: siempre hay demasiados y nunca parecen ser suficientes.
¿Ruidos raros en la noche? ¿Pasos en la azotea? ¿Reflejos extraños en los espejos? Descuida, probablemente no sea un contacto del tercer tipo con algun vato muerto…
La explicación más sencilla e inmediata para explicar estos comportamientos es que suena alguna tubería en tu casa o albergas tlacuaches en el ático. También se han atribuido pesadillas y supuestos encuentros paranormales a fugas de gas o intoxicaciones con monóxido de carbono.
Así que antes de poner cámaras en tu cuarto para atrapar a Gasparín piensa en abrir una ventana…
Objetos que se mueven sobriamente
Otro alucine cotidiano es el asunto de los muebles que se mueven solos (los muy cabrones). Y también hay varias explicaciones científicas para explicar este fenómeno. Una de ellas es que simplemente no se mueven y no escuchaste el consejo anterior de abrir una ventana. La otra es que no cuenta como un caso de “los muebles se mueven solos” el que no te acuerdes de tu peda.
Pero ya, fuera de coto, la ciencia sí ha catalogado algunas de estas experiencias extrañas. Por ejemplo, el físico Michael Faraday realizó un experimento en el siglo XIX para demostrar que la gente movía objetos por pura sugestión. El asunto fue poner a un grupo de personas para hacer una sesión de espiritismo.
En el primer experimento, a algunos les dijo que la mesa se movería hacia la derecha por influencia de los espíritus y a otros les dijo que se movería a la izquierda. No pasó nada. Pero, luego, en el segundo experimento les dijo a todos que la mesa se iba a mover a la izquierda y, en efecto, la mesa se movió…
Esto demuestra que, inconscientemente, la gente movía la mesa para que ocurriera lo que les dijo que ocurriría. Y sí, así es la banda: siempre dispuesta a creerse los debrayes más fantásticos. Como la existencia de Tlaxcala, por ejemplo, que nadie ha comprobado aún.
Los verdaderos cazafantasmas
Tengo un lema para guiar sanamente mi vida entre bodas de gente que no conozco y karaokes coreanos: haz todo lo que Bill Murray hace. Pero claro, hay algunas excepciones… Tal vez no sea tan bueno poner a conducir a una marmota para halagar tu necesidad de suicidio; ni tratar de cazar fantasmas en la vida real.
Sin embargo, hay algunos muchachos que por el bien de la ciencia o por el mal de vivir demasiado en el sótano de sus madres, se creyeron eso de atrapar fantasmas. Por eso construyeron unos aparatos para medir los niveles de iones en la atmósfera.
Así que estos muchachones creen que los fantasmas buena vibra sólo cambian el número de iones en el ambiente y que otros fantasmas mala vibra (de esos que no tiran paro ni son barrio ni pichan ni cachan ni dejan batear) consumen los iones de la atmósfera. Y, según dicen, con esos aparatos que construyeron pueden, de alguna manera, “ver” a los espíritus que nos rodean.
La cosa es que los iones en la atmósfera cambian por muchas razones (como el clima atmosférico, la radiación solar y algunos otros fenómenos naturales) que no necesariamente te muestran la presencia de Belzebuth y sus allegados. Así que, ya saben, algunas cosas de Bill Murray solo debe hacerlas Bill Murray.
El photobombing fantasma
En los varios archivos de fotos antiguas hay algunas que sacan verdaderamente de pedo, por decirlo en buen francés. Y estamos hablando de fotos en una época en donde se fotografiaba a los bebés muertos o a cadáveres con ojos de vidrio. Dios bendiga la modernidad.
Pero estas fotos parecen estar intervenidas por espíritus o entes o algo así como lo que viene siendo el photobombing espiritual.
A pesar de que hay fotos verdaderamente impactantes, no son prueba suficiente de que existen los fantasmas. En realidad toda foto puede ser truqueada, sobre todo las fotografías antiguas. Y muchos otros casos que no fueron trucados pueden atribuirse a la suciedad de un lente o a una maldita palomilla de esas que castran como nadie cuando alguien prende un foco en la provincia.
Así que no, las fotos de espíritus no comprueban la existencia de fantasmas. Lo que sí prueban es lo mucho que queremos creer, querida Scully.
El frío fantasmal de Bruce Willis
Esta concepción popular que volvió famosa M. Night Shyamalan en El Sexto Sentido, dice que alrededor de los fantasmas o espíritus o algo así el aire se vuelve gélido. La idea pudo salir de varios lados… desde el frío de los cadáveres y la plancha de la morgue hasta otras explicaciones mafufas (para utilizar una expresión acorde a mis 98 años). Porque algunas personas creen que los fantasmas necesitan energía y, entonces, consumen el calor del ambiente.
En realidad el hecho de que haga frío en un punto específico se puede deber a muchas cosas: una corriente insospechada en una chimenea o ventana; el idiota de tu jefe que le subió al aire acondicionado sin que toparas; los cambios de temperatura de la andropausia; o todas las anteriores…
Así que no, tampoco los puntos fríos comprueban la existencia de fantasmas. Y si tienes más de siete años, probablemente ya lo sabías.
Así que no se dejen engañar, los pregoneros de fantasmas son como los testigos de Jehová de la comunidad ñoña: hacen ruido por pura paja.