Navidad es una época bella, pero es más bello lo que viene después: el recalentado. Esta es una tradición bastante arraigada en las familias mexicanas, que comen lo mismo por semanas, todo porque no saben medir sus raciones.
Pero las tradiciones son las tradiciones y no podemos fallarles. Aunque también, claro, existen otras formas de hacer el racalentado, como los exes que se acercan como animales furtivos.
Pero el punto es la comida, no lo olvidemos. El recalentado es mágico, porque nos transporta del glamour a la espantosa realidad de una noche de verbena.
Y hay gente que vive para esto, que solamente espera navidad para comer esas delicias por días y días y días, hasta que se acabe o hasta que se eche a perder.
Porque hay algo escrito en las piedras de la vida: la dieta se empieza mañana y el recalentado es algo que debemos respetar.
Debemos de hacerlo, pase lo que pase, no importa si pasamos de ser una estética y linda silueta sana a ser una pelota de playa a punto de reventar.
Tú sabes que es una mala idea, que es un mal negocio, pero de cualquier manera lo harás. No importa nada, porque el recalentado está ahí para perseguirte hasta mientras duermes.
Los insistentes serán y existirán. Nuestra responsabilidad es hacerlos parte de esta tradición, aunque su recalentado sea un patanazo y siempre diga que va a cambiar.
Como que la comida sabe mejor, ¿no?
Como dijimos, esta tradición está hecha de mala administración y un consumo irracional, pero ¿quiénes somos nosotros para poner en duda las tradiciones?
Una tradición que no debe ser afectada por las miradas que te juzgan cuando quieres tomar tu tamal número 12 del día.
Llevamos esperando este día todo el año, deben dejarnos estar en paz y rodar a la felicidad.
Felicidad que durará hasta enero. 🙁
Incluso el recalentado de exes, dependiendo de qué tanta comida hayas hecho a lo largo de tu vida, claro.