Internet es una cosa hermosa: sin pedirlo, nos da infinidad de amor. Claro, cuando no nos está dando odio, muerte y destrucción.
Pero usualmente, ya sea amor o aquello que todos deseamos, la Internet nos lo otorga de manera virtual (piratería, aprobación, cariño, porno del bien raro y cuestionable y trabajos de photoshop gratis). Así que estando consciente de la expansiva red de generosidad del ciberespacio, una mujer joven decidió pedir una gracia.
Lo que esta mujer ansiaba con todo su kokoro era eliminar un elemento disruptivo de su elegante foto en el elegante Alcázar del –no siempre elegante– Chapultepec: el trasero a medio flashear de una niña punk que andaba por ahí.
“Alguien que sepa de photoshop que me quite las nalgas de esa niña…”, decía su publicación original. Un mensaje breve, claro y contundente; a esta mujer no le gusta que las nalgas de mocosas se metan en sus retratos.
¿Y qué fue lo que pasó?
Magia, pura y vil magia negra del trolleo.
Un usuario, por no decir maestro del photoshop, no quizo quitar del todo a la niña flasheadora y la escondió –bien discretamente– detrás de uno de los edificios captados en ese majestuoso y casi despejado día:
Otro más prefirió recordarnos que no importa que tanto removiéramos la niña cachetona de la fotografía, su presencia y esencia permanecerán con nosotros… en nuestro corazón, en nuestros pensamientos y en nuestras oraciones… como un ente omnipresente y omnisciente que nos vigila con su gran ojo justo y soberano… perfecto e infinito, aguardando desde su eterna y divina providencia al fuego redentor de nuestro eventual Juicio Final… o algo así…
Un tercero usuario decidió aplicar la de Mefistófeles: otorgar el deseo al pie de la letra, pero a cambió de un gran precio… Así que tapó a la impúdica chamaca, pero en compensación agregó un algo más…
Alguien más solo aplicó un malviaje más cercano al body horror, el gore o una película sobre posesión satánica: la mujer con la cadera y las piernas al revés (y medio enseñando las nalgas).
En cierto sentido, este otro usuario también cumplió con la petición, pues le “quitó de su vista” las nalguitas entrometidas; así de sencillo.
¿Y en esta última? Pues nada… la esencia infinita y perfecta se cansó de esperar y ya nos echó el fuego redentor del Juicio Final.