¿Les ha pasado que llegan a la mitad de la semana y les empieza a dar comezón de irresponsabilidad?
¿Han sentido que no van a llegar al viernes sobrios?
¿Que la tentación del jueves es lejana y que urge la caguama?
Pues no se preocupen más, queridos Erizos, que aquí les tengo dos soluciones para su maldita eriza.
La opción artística:
Si quieren calmar su ansia de beber con una seria dosis de realidad les tengo una tremenda recomendación.
El director mexicano Alejandro González Iñárritu y el gran cinefotógrafo Emmanuel Lubezki montaron en el CCU Tlatelolco su más reciente obra: Carne y Arena.
La obra ganó un Oscar especial por logros técnicos en cinematografía y es una experiencia de realidad virtual para ponerte en la piel de migrantes ilegales en la frontera sur de Estados Unidos.
¿Suena loco?
Pues está mucho más cabrón de lo que suena.
Tienes que apartar un lugar de quince minutos, el lunes a las 9:00, por la página del evento. El boleto cuesta 300 pesos pero vale cada centavo.
Una vez que llegas al lugar, tienes que firmar un par de acuerdos para asegurar que si te mueres de un infarto o te malviajas muchísimo no sea culpa del museo.
Porque, les digo de nuevo, sí está cabrón.
De repente, te meten a un cuartito y te hacen quitarte los zapatos y los calcetines. Suena una alarma y entras a un lugar inhóspito y helado…
A partir de ahí, no les puedo decir qué sucede.
No es por mancharme con el suspenso pero el chiste es que lo experimenten ustedes mismos. La neta, es algo muy impresionante que te hace reflexionar de manera violenta sobre lo que sufren los migrantes centroamericanos cruzando el Río Bravo.
Te la pasas mal pero es increíblemente edificador. Y es una obra única de arte que explota un formato nuevo para la experiencia sensorial humana.
La realidad virtual es penetrante y compleja en esta obra. Por todo esto, Carne y Arena resulta en un verdadero deleite sufrido de arte único.
La opción frívola:
Ahora que si no quieren un golpe de realidad, si no necesitan una experiencia artística única, si no quieren que les vuelen el seso con información horrenda, les tengo otra opción.
Para escapar del mundo y no dejar tu espíritu godínez a media semana, puedes darte un atasque de alitas y cerveza mientras juegas un torneo, en cuatro pantallas, de FIFA.
Descubrí este asunto hace poco cuando me invitaron los vatos de Buffalo Wild Wings a sus noches de juegos de los miércoles, a partir de las seis de la tarde.
Tienen unos paquetes para que te atasques de alitas (la neta están chidas) y bebas cerveza como cosaco preparándose para la guerra. Mientras, se arma el torneo de FIFA a cuatro pantallas con la raza que está ahí o con tu pandilla, si la llevas.
Como todo restaurante gringo de deportes, tiene cosas que no están tan chidas. El mejor ejemplo de eso son los meseros sobreexcitados en modo animador echando porras… Siempre me hacen sentir como señora haciendo acuaeróbics.
Pero supongo que esos son los bemoles de todo bar deportivo gabacho. Y que tu espíritu godinez puede llegar a disfrutarlo…
Lo que sí es que las pantallas con FIFA 18 corren poca madre y las retas se ponen aguamieleras. Pasé unas tres horas ahí y se me fueron como quince minutos.
El rincón está chido también para ver el fucho y, ahora que están los amistosos en la noche; ahora que los miércoles el godinato se excita mundialero; y ahora que tú, ser satánico, has perdido todo temor a dios; éste es un gran plan frívolo para media semana.
¿Qué les parecen mis recomendaciones?
¿Se van a rifar el plan frívolo o la locura artística?
O, ¿por qué no? Se pueden aventar las dos opciones.
Con azote artístico y frivolidad pambolera, éste es un bello plan de miércoles para llegar recargado, crudo y edificado, a los dos días que faltan para el siguiente demacre.