Trabajando arduamente (a.k.a. procrastinando en Internet) nos topamos con la siguiente maravilla en nuestras redes sociales: una marcha para que Disney compre México. A. La. Verga.
Sabemos que, al igual que nosotros, ustedes lectores son unos intelectuales que miran con escepticismo y desprecio al mundo que los rodea. Cuando vimos el título de este evento nos indignamos harto porque ¿cómo que queremos vender nuestra soberanía y dignidad a una perversa maquinaria del poder oligárquico…? Sí, inmediatamente nos acordamos que esa soberanía y dignidad ya la teníamos secuestrada por una maquinaria perversa y oligarca del poder y se nos pasó la indignación…
Así que empezamos a leer la convocatoria y con cada palabra nos convencimos más y más que de hecho esto no es tan mala idea.
Apenas llevamos unas horas de precampañas electorales y ya nos dieron ganas de hacernos bolita y rodar en el suelo cubiertos de una súper cobija de tigre (porque citadinos que no aguantan nada el frío) mientras un tanque pasa sobre nuestras cabezas, poniendo fin a este lamentable valle de lágrimas que llamamos vida.
Pero a falta del tanque y de la cobija, seguimos vivos y no nos queda más remedio que lidiar con lo podrido del tejido social y político del país… a menos de que de golpe le demos las riendas a alguien más.
Los organizadores ya tienen (casi) todo planeado. Disney no solo tendría libre acceso a todas nuestros diversos ecosistemas para filmar todas sus franquicias, también podría abrir parques temáticos sin necesidad de invertir demasiado en construcción (como convertir a Michoacán en COCOLAND™ o Guadalajara en un perpetua Gay Parade) y utilizar los lugares menos pintorescos del Bajío (a.k.a. el Bajío) para todas las oficinas administrativas y demás edificios sin vida ni belleza.
Para nuestro beneficio, Disney pondría no solo dinero e infraestructura, también podría emplear a nuestros ninis (y hacerlos vendedores de chimichangas, como aconsejan los organizadores), ponerle orden a la economía al grado que nos alcance para comprar más países y finalmente convertirnos en lo que deberíamos de ser: “el lugar más feliz de la tierra” ™.
Además, si la transacción sucede antes de que termine el actual sexenio, conseguiríamos que nuestra querida Gaviota sea ¡UNA PRINCESA DISNEY! ¿Se imaginan? ¿Radiante, hermosa y con cero credibilidad en su gran castillo blanco?
En fin, uno puede soñar con un futuro mejor. Para saber dónde y cuándo será la marcha, vayan a este enlace. Además les recomendamos ampliamente leer por ustedes mismos todos los geniales sueños que podrían convertirse en realidad si fuéramos marca Disney.