Si creciste en los noventa, muy probablemente tuviste en tu colección de juguetes más de un Polly Pocket.
Todo el chiste de los Polly Pocket radicaba en su tamaño. Eran muñequitos de un centímetro aproximadamente, con pequeños sets ambientados en cualquier tipo de situaciones: una pijamada, una cena romántica, un hotel lujoso de parís, una casa de verano, un día de campo, un palacio de joyas.
Para empezar, venían en toooodos los colores.
También venían en miles de formas distintas, desde esferas, hasta estrellas, flores, círculos, corazones, rectángulos, o casitas completas.
Existía la colección de viajes, donde tu muñequita se podía hospedar en un hotel boutique parisino.
También había esos que convertían cualquier escenario en una cita romántica a la luz de la luna.
Había de todos los tamaños, algunos eran grandes con miles de pisos y escondites secretos.
Y había otros tan pequeñitos que los podías esconder perfectamente en la palma de tu mano.
No podemos olvidar aquellos que podías usar como accesorios. Había collares:
Anillos:
O adornos para tu lápiz:
Y qué decir de las mansiones, donde cada habitación tenía un nuevo secreto que descubrir: una cochera, un escondite de conejos, un ático, una pista de baile. ¡¡Eran horas y horas de diversión!!
Los que eran set de juego y al mismo tiempo cajita, merecen una mención especial. Como esta donde podías esconder accesorios:
O esta lapicera:
No cabe duda de que los Polly Pocket fueron de los mejores juguetes de los noventa.