La felicidad: lo que los aztecas nos pueden enseñar de ella

Las cosas que de verdad importan.
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Según el estudioso Miguel León Portilla, los antiguos mexicanos más sabios tenían ideas muy claras sobre lo que era la felicidad:

Partiendo de que la Tierra no es lugar de felicidad cumplida, y reconociendo a la vez el anhelo que impulsa a buscarla, a modo de conclusión afirman que “hay que ir a otra parte”, al lugar de la rectitud y el bien, ya que de otra suerte había que aceptar que “solo en vano se ha venido a existir en la Tierra”

Si la Tierra no es el lugar de la felicidad cumplida, ¿entonces lugar de qué es?, ¿a qué venimos? La respuesta es sencilla: a conseguir un rostro y un corazón verdaderos.

In ixtli in yollotl (el rostro, el corazón) eran dos conceptos muy importantes para los antiguos mexicanos. Adquirirlos da el sentido de la existencia. Los primeros responsables de darle un rostro y un corazón a los niños eran los padres. Después de los 10 años era la sociedad la que participaba de esa educación.

Recordemos la gran cantidad de discursos que se les daban a los jóvenes, gobernantes, ciudadanos, recién casados, etcétera. Eran los huehuetlahtolli, la palabra ancestral, la palabra de los viejos. Estos discursos tenían la función de encaminar a las personas en cada etapa de la vida (también recordemos lo increíblemente estricta que era la sociedad mexica, si uno no podía comportarse en sociedad el castigo podía ser dejar de vivir dentro de ella).

In ixtli in Yollotl se refiere a la personalidad: el rostro que le mostramos al mundo y el corazón que contiene (la persona). Construir un buen rostro (mediante las acciones) y mantener un buen corazón, lograban que el individuo viviera una buena vida en equilibrio.

Cuando uno nace, el corazón y el rostro no están bien definidos, pero cuando uno envejece el corazón se hace duro y resistente y el rostro se vuelve sabio.

Un huehuetlahtolli de un rey a su hijo reza:

Se requiere un hombre que llore, que eleve su emoción a la divinidad… Atended al cultivo de las artes: el arte de la pluma, del labrado de la madera, que este es el remedio de la pobreza y de la indigencia… Atiende muy principalmente al surco y al caño de riego… Vive con los demás en paz y quietud… A nadie desprecies y a nadie te opongas… No te exhibas como un sabelotodo y que digan lo que digan… Y aun a punto de perecer, no des el mismo pago a los que en ese estado te pusieron.

Solo así podremos crear sabiduría (in tlilli in tlapalli: la tinta negra y la tinta roja) y el arte (in xochitl in cuicatl: la flor y el canto) las únicas cosas que verdaderamente existen en la tierra. No nosotros, no las cosas. ¿No venimos a esto al mundo?, ¿a hacerlo un lugar mejor?, ¿cómo hacerlo mejor si no cultivamos nuestra alma y cuidamos nuestras acciones?